Mañana partido 0 (0)

Estaban dos amigos y uno le dice al otro:
– Manolo, en el cielo existen los campos de fútbol?
Y el otro le contesta:
– No se, Pepe, pero vamos a hacer un trato el primero que se muera le va avisar al otro si existen los campos de fútbol en el cielo.
Y el otro contesta que si:
– Al pasar un año uno de los amigos se muere al siguiente día de muerto se le aparece a su amigo y le dice:
– Manolo, tengo dos noticias una buena y una mala cual te digo primero
Y el otro amigo le dice:
– Primero la buena
El otro responde
– Vale, la buena es que si hay campos de fútbol en el cielo
Y la mala pregunta el otro:
– La mala es que mañana tienes partido

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Nos vamos al circo 0 (0)

Se encuentran Venancio y Manolo, pero éste último tenía un pingüino de la mano, y Venancio le pregunta:
– Oye, Manolo, ¿pero qué haces con ese pingüino?
– Pues na, que me lo he encontrao, y no sé qué hacer con él.
– Cómo serás tan tonto Manolo, ¿por qué no lo has llevao al zoológico?
– Hombre, pues qué buena idea. Hoy mismo lo llevo al zoológico.
Al día siguiente se vuelven a encontrar, pero Manolo sigue con el pingüino, por lo que Venancio, extrañado, le pregunta:
– ¿Qué ha pasado contigo Manolo, no habéis dicho que llevarías al pingüino al zoológico?
– Hombre pues lo he llevao, y nos hemos divertido tanto que ahora nos vamos al circo.

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Tapas de jamón 0 (0)

Estan dos amigos en un bar y piden una copa para cada uno, y les regalan unas tapas de jamón.
Cuando ya sólo quedan dos cachos de jamón, uno grande y uno pequeño, ninguno de los dos se decide por tomar alguno, y en eso que va uno y toma el más grande. El otro le dice:
– ¿Tú no sabes que por respeto el que toma el primero tiene que tomar el más pequeño?
El otro le contesta:
– A ver, ¿Tu cuál hubieras cogido?
– El más pequeño, contesta.
– ¡Pues ahí lo tienes!

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Persecucion en la selva 0 (0)

Había una vez unos amigos que estaban tomando cerveza y hablando. Un amigo le dice al otro:
– Oye Pepe, y cómo te fue en tu viaje a la selva, ¿No te pasó nada?
– Pues, fíjate que si, cuando llegué, estaba allí en la selva muy tranquilo cuando me empezó a seguir un león.
– ¿Y qué hizistes? Pregunta el otro.
– Pues yo, hice lo que cualquier otra persona hubiera hecho, yo empecé a correr, pero después que sale otro león y otro león.
– ¿Y qué hicistes? Dice el otro.
– Pues yo corría y corría y mira, que se iban cayendo los leones detrás de mí, se volvían a parar y se volvían a caer, y yo seguía corriendo.
Le dice el otro amigo:
– Y, ¿No te cagastes del susto?
– ¿En qué crees que se estaban resbalando los leones cuando se cayeron?

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